* Esta sección puede tener spoilers *
Lo que quiero decir es que, cuando llega, llega por sorpresa. No te levantas con una sensación extraña en el cuerpo. No ves sombras donde no debería haberlas. No se te ocurre decirles a tus padres que los quieres, e incluso puede que salgas sin despedirte de ellos, como hice yo.
–Mi novio es un idiota –mascullo en cuanto le veo alejarse.–Un idiota que está muy bueno –matiza Ally.
Sin embargo, cuando me fui a dormir aquella noche, no pude quitarme la oración de la cabeza. Sobre todo uno de sus versos, que me repetía una y otra vez sin poder evitar: «Y si no despierto cuando llegue al alba».
–¿No será que estás celoso?
–Ni de coña.
–De todas maneras, yo no tonteo con él.
Kent resopla y yo me encojo de hombros.–Además, ¿a ti qué te importa lo que haga yo? –pregunto.Kent se sonroja y baja la mirada.
–Lindsay, ese tío podría ser mi padre!
–Siento mucho recordártelo, guapa, pero tu padre no conduce un Mercedes –replica ella quitándose de la cara un mechón de pelo húmedo.
–¿Y por qué lo has hecho? –pregunto, simplemente para continuar la conversación.
Kent suelta una carcajada breve.–Porque pensé que, de ese modo, lograría que vinieras.
–Si quieres… –traga saliva–. Si quieres, puedes quedarte aquí.
Izzy frunce los labios y deja escapar el aire suavemente.
–Me gustaría que la gente no se muriera –dice.
Tal vez sea así de sencillo: si quieres que todo vuelva a ser como antes, lo único que tienes que hacer es mirar hacia arriba.
–Ojalá pudiera ayudarte –murmura.
Ya sé que es lo típico que se dice en estos casos, pero hay tanta franqueza y sencillez en su voz, tanta buena voluntad, que los ojos se me vuelven a llenar de lágrimas.
(…) y yo no dejo de pensar que todo esto –mi vida, mis amigas– puede parecer raro, absurdo, imperfecto, de mal gusto o lo que sea, pero para mí es lo mejor.
¿Cómo es posible cambiar tanto y no poder hacer que cambie nada a tu alrededor?
–Me gustas mucho, Sam –murmura–. Desde siempre.
–Tú también me gustas a mí.
A veces piensas que estás tomando la decisión correcta y terminas por provocar una catástrofe, y otras veces ocurre justo lo contrario.
Duda solo una fracción de segundo; luego se inclina y pega sus labios a los míos, y entonces el mundo se apaga –la luna, la lluvia, el cielo, las calles–y solo quedamos nosotros dos en la oscuridad, vivos, vivos, vivos.
–Para siempre –concluye Ally–. Hasta que la muerte nos separe.A mí me toca la última parte:–Y luego también.
–Ya es demasiado tarde –musita.–Nunca es demasiado tarde –le respondo.
