Una semana sin internet, sin celular y sin preocupaciones; seguramente fue una de las mejores semanas de mi vida y fue una experiencia inolvidable.
Desde muy pequeña que he querido ayudar en algo a las personas o simplemente al mundo (estar en alguna institución que ayude a personas sin hogar o cosas así) y por fin tuve una oportunidad como esta.
Me juntaron con muchísimas personas que nunca en mi vida había visto y tuvimos que ir a un colegio que queda bastante lejos de donde vivo y que no era un colegio como el mío, van niños mas pobres.
Nos quedamos ahí y tuvimos que dormir en las salas de clase.
El domingo tuvimos que limpiar los baños, las salas y el patio porque el lunes sería el primer día que estaríamos con los niños; cuando llegó el día estaba demasiado nerviosa.
Me tocó cuidar a niños que tenían entre cinco y ocho años (adorables pero muy inquietos a veces). Una de las reglas era que no los podíamos retar, ni gritar, ni nada como eso: había que tratarlos con amor y darles la mejor semana de sus vidas.
Debo decir que terminé muy cansada pero los veía sonreír y hacían que yo sonriera, me hacían muy feliz.
Aprendí muchísimas cosas en una semana (no pensé que aprendería tanto).
Aprendí que hay personas que se conforman con poco y así es como son felices; que con solo sonreírle a alguien le puedes cambiar el día completamente; que tengo una suerte increíble por tener a unos padres que me llenan de amor todos los días; y muchísimas cosas más...
También me di cuenta que si haces las cosas con amor y con ganas, saldrán bien.
“ No necesitas mover montañas para marcar la diferencia. ”Puedo quedarme tranquila de que hice felices a niños durante toda una semana y me siento orgullosa de mi, por haber ocupado una semana de mis vacaciones en ellos y si tuviera la oportunidad de volver, iría sin pensarlo.
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